domingo, 30 de mayo de 2010

La violencia es un fenómeno creciente en los planteles educativos. Ha dejado de ser noticia que en las escuelas haya niños o jóvenes que se comportan agresivamente con sus compañeros y maestros, que llevan armas escondidas, que venden y consumen drogas, o que roban a otros estudiantes. ¿Hasta qué punto la escuela asume responsabilidad ante esta problemática? ¿Por qué los planteles son frecuentes escenarios de hechos violentos? ¿Puede la educación modificar estas tendencias? Interesado en esta problemática, Observatorio evalúa el problema e intenta ofrecer elementos de respuesta a las difíciles preguntas que involucra.
La definición de un problema complejo
En diversos sectores de la sociedad es una queja constante el problema de la violencia, la inseguridad y los hechos delictivos que se reportan de manera cotidiana en varias partes y a todas horas en el país.
En este contexto, el espacio escolar no es la excepción y la violencia va en aumento. Estábamos acostumbrados a que quienes imponían el maltrato eran los docentes lo que no quiere decir que hayan abandonado esas prácticas-, quienes desplegaban todo su autoritarismo y despotismo en contra de los estudiantes. El hecho es que estas acciones delictivas, que antes nos asombraban por su rareza, ahora forman parte del paisaje cotidiano en algunos planteles.
La violencia escolar la podemos definir como cualquier relación, proceso o condición por la cual un individuo o grupo viola la integridad física, social y/o psicológica de otra persona o grupo en el espacio educativo, generando una forma de interacción en la que este proceso se reproduce. En otras palabras, es obligar a otra persona utilizando la fuerza o la amenaza a realizar un acto o a tomar una decisión en contra de su voluntad.
Miles de alumnos viven condiciones que constituyen formas de violencia incorporadas a su vida cotidiana, es un problema creciente que está afectando el desempeño escolar de los niños y jóvenes, pues han tenido que entrar en una nueva dinámica que en lugar de garantizar su tranquilidad, les ocasiona un desequilibrio en sus actividades de enseñanza-aprendizaje. Habría que preguntarse ¿hasta qué grado ha crecido el problema que se ha llegado a tratar a los alumnos como presuntos delincuentes?, esto como parte de un señalamiento crítico por parte de los padres de familia al Programa de mochila segura implementado en algunas delegaciones políticas del Distrito Federal.


El acoso escolar (también conocido como hostigamiento escolar, matonaje escolar o, incluso, por su término inglés bullying) es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado. Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es el emocional y se da mayoritariamente en el aula y patio de los centros escolares. Los protagonistas de los casos de acoso escolar suelen ser niños y niñas en proceso de entrada en la adolescencia (12-13 años), siendo ligeramente mayor el porcentaje de niñas en el perfil de víctimas.
Este tipo de violencia escolar se caracteriza, por tanto, por una reiteración encaminada a conseguir la intimidación de la víctima, implicando un abuso de poder en tanto que es ejercida por un agresor más fuerte (ya sea esta fortaleza real o percibida subjetivamente) que aquella. El sujeto maltratado queda, así, expuesto física y emocionalmente ante el sujeto maltratador, generándose como consecuencia una serie de secuelas psicológicas es común que el acosado viva aterrorizado con la idea de asistir a la escuela y que se muestre muy nervioso, triste y solitario en su vida cotidiana. En algunos casos, la dureza de la situación puede acarrear pensamientos sobre el suicidio.